miércoles, 21 de marzo de 2012

Estoy comenzando a creer que ella también lo quiere. Pero soy yo quien se casara con él.

Luego del almuerzo mi padre pide Adolfo que vallamos al jardín, de esta manera podíamos conocernos mejor. Mientras caminábamos entre el sendero de girasoles permanecíamos callados. Su mente sin duda no estaba conmigo. Me columpiaba sobre una madera blanca sostenida con soga amarilla. Mi vista estaba fija en la cocina. Veía a mi madre abrazar a mi hermana mientras ella luchaba por soltarse. En ese momento entro mi padre y con su rostro enrojecido comenzó a caminar de un lado a otro. Sus pasos se veían nerviosos y movía sus brazos agitándolos en el aire. Fue tanta mi curiosidad que me acerque a la ventana ignorando que Adolfo me seguía. Mi hermana gritaba desesperada. 

- ¿Por qué Isabelle tiene que casarse con él si soy yo su novia?

Mi padre golpeo su mejilla como nunca lo había echo. Con horror mire Adolfo quien tenía su piel pálida y sus ojos cristalizados. ¿Qué estaba ocurriendo? Comencé  correr en dirección a la casa. Mi padre golpeaba enloquecido a mi hermana. El sr. Luvices no dejaba de agitar sus brazos y gritar frenéticamente a su hijo. Su madre y mi madre lloraban desconsoladamente. Yo en medio de todos sin saber que hacer. Estaba confundida. ¿Había dicho Alexxa novio? ¿Como? Ella había estado en Oxford y nunca había hablado de algún hombre. Mi vista se nublaba, lo ultimo que alcance ver fue cuando mi padre subía a golpes a mi hermana por las escaleras y Adolfo escaparse entre las manos de su padre para correr en dirección de Alexxa, interponiéndose entre ella y mi padre.  


















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                         **** Escribe cartas para mí. 

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