jueves, 29 de marzo de 2012

Cumplí


Prometí que guardaría mi corazón para ti. 

martes, 27 de marzo de 2012

In Your Arms



Admiro a esta chica por su dedicación y porque día a día a trabajado para lograr sus sueños. Este vídeo justamente se grabo en 22 meses!!!! pero valió la pena ver el resultado.

jueves, 22 de marzo de 2012


Con lágrimas en los ojos Adriana tuvo que entender que Dios tenia un plan mejor del que ella había trazado para su vida.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Estoy comenzando a creer que ella también lo quiere. Pero soy yo quien se casara con él.

Luego del almuerzo mi padre pide Adolfo que vallamos al jardín, de esta manera podíamos conocernos mejor. Mientras caminábamos entre el sendero de girasoles permanecíamos callados. Su mente sin duda no estaba conmigo. Me columpiaba sobre una madera blanca sostenida con soga amarilla. Mi vista estaba fija en la cocina. Veía a mi madre abrazar a mi hermana mientras ella luchaba por soltarse. En ese momento entro mi padre y con su rostro enrojecido comenzó a caminar de un lado a otro. Sus pasos se veían nerviosos y movía sus brazos agitándolos en el aire. Fue tanta mi curiosidad que me acerque a la ventana ignorando que Adolfo me seguía. Mi hermana gritaba desesperada. 

- ¿Por qué Isabelle tiene que casarse con él si soy yo su novia?

Mi padre golpeo su mejilla como nunca lo había echo. Con horror mire Adolfo quien tenía su piel pálida y sus ojos cristalizados. ¿Qué estaba ocurriendo? Comencé  correr en dirección a la casa. Mi padre golpeaba enloquecido a mi hermana. El sr. Luvices no dejaba de agitar sus brazos y gritar frenéticamente a su hijo. Su madre y mi madre lloraban desconsoladamente. Yo en medio de todos sin saber que hacer. Estaba confundida. ¿Había dicho Alexxa novio? ¿Como? Ella había estado en Oxford y nunca había hablado de algún hombre. Mi vista se nublaba, lo ultimo que alcance ver fue cuando mi padre subía a golpes a mi hermana por las escaleras y Adolfo escaparse entre las manos de su padre para correr en dirección de Alexxa, interponiéndose entre ella y mi padre.  


















¿Quieres saber como va la historia? No olvides visitar Entre Sabanas Blancas.   
                         **** Escribe cartas para mí. 

Raquel- La niña Globo


No era un globo cualquiera. Era un globo obeso, feo, mal oliente, con tan solo 13 años. Con sus hinchados tobillos, sus impresionantes bultos en sus brazos, sus millones de canicas en sus mejillas. Con sus lentes diminutos escondidos en la gran masa de grasa.

Todos en su casa se burlaban de ella. En la escuela mientras hacían deporte, los niños insistían, utilizarla como pelota, pero no tenía amigas que salieran en su defensa. Todos acariciaban su panza como quien soba la de un Buda para atraer fortuna. 

En la escuela mientras almorzaban Raquel lo dejo de hacer. Poco a poco sus notas fueron bajando como también bajaba su talla. En la hora de la cena en su casa todos se miraban, nunca habían visto comer a Raquel tan desesperada. En las noches, mientras todos dormían, ella vomitaba.

Como si fuera una estudiante nueva el siguiente año, todos querían sentarse a su lado. Lucia pantalones talla 0 y su pelo era hermoso como un lucero. Muchos niños, muchos cariños y en la hora del deporte todos querían formar parte de su equipo. Todos olvidaron que Raquel era el tema favorito para sus burlas.

Y en un día cualquiera mientras todos disfrutaban, Raquel en la sala de su casa se desplomaba. Entre gritos, llantos y suspiros el doctor a su familia indico que Raquel la niña Globo murió de bulimia y mala alimentación.

jueves, 15 de marzo de 2012

Sueños en cajas

Todavía queda tiempo para arroparnos el alma. Todavía quedan noches para soñar bajo la luz de la luna. Todavía quedan días para no volver a cometer los mismos errores. Todavía quedan lluvias para mojarnos las mejillas. Porque de aquí a un millón de segundos, todavía abra amor para ti.

Con mi Piano Blanco de Cola

Era domingo. Leía "Hamlet" de Shakespeare en una esquina con grandes cojines blandos y cubierta con una manta de la habitación que mi padre convirtió en Biblioteca para todos, pero en especial para mí. A mi lado tenía una deliciosa taza de nutella con leche caliente adornada con whipped cream y marsh mellow que poco a poco se derretían. La habitación tenía un olor muy peculiar de los libros. Ese olor que me transporta a cualquier lugar. Cada uno hacía lo que más le gustaba. Mi padre leía el periódico sentado en una butaca de cuero que solo él podía utilizar. Mi madre tejía sentada en el gran sofá y mi hermana sentada a su lado pasaba sus nerviosos dedos por su largo cabello, hojeaba las finas páginas del libro "To kill a mockingbird" de Harper Lee. Lo había leído tantas veces pero aún así lo tenía entre su falda. Tenía los pies cruzados y los movía haciendo movimientos ligeros y nerviosos.


Aunque era año nuevo, todos estábamos muy cansados por la celebración de la noche anterior. Vestíamos con nuestra típica ropa de domingo. Pantalones largos holgados esos que se utilizan para dormir, blusas de manga larga y medias hasta las rodillas. Llovía y la casa se sentía tan fresca, tan fría, tan familiar. Por momentos se me olvidaba el enojo con mi padre.
Al parecer nada podía transcurrir con la paz que se sentía. Sonó el timbre y mi padre se ofreció abrir la puerta. Los Luvices se encontraban en el recibidor y mi padre pidió que se sentaran encaminandolos hasta la sala. Ofreció a cada uno una taza de café y nos disculpo mientras mi madre, Alexxa y yo nos dirigíamos rápidamente a nuestras habitaciones para cambiarnos y vestir algo un poco más formal. Quería verme bonita pero lucir algún vestido informal. Ya lista, me mire al espejo pero otra vez esa horrible sensación se apodero de mi respiración. Dude si quedarme en mi habitación o simplemente sentarme junto a él.
Cuando baje las escaleras ya todos estaban ahí. Alexxa había tomado mi lugar al lado de Adolfo y lucía hermosa. Se había recogido el cabello en una trenza, sus mejillas estaban delicadamente rosadas, sus labios tenían un suave brillo. Llevaba un vestido rosado "viejo" a nivel de sus rodillas. Su mirada estaba puesta en sus manos pero tenía una pequeña sonrisa.
Quería salir huyendo cuando todos se pusieron de pies para permitirme pasar. Solo que nuestras miradas se cruzaron y nuestros rostros reflejaban confusión. Entre las dos existía un código. Y justo este vestido, el mismo que ella vestía era parte de nuestro código. Cuando queríamos vernos bonitas y parecer casual lo llevábamos. Resaltaba los atributos más hermosos de nuestro cuerpo. ¿Pero por qué ella vestía el mismo traje? Yo era la que estaba comprometida. Debía ser solo casualidad... Pero tenía que reconocer ella se veía mucho más hermosa con el vestido junto a él.
Me sacudí ligeramente la cabeza como intentando espantar todos esos pensamientos. Todos se hicieron a un lado para que yo pasara. Estaba muy nerviosa. Encontré mi mirada con la de Alexxa para ver si ella me cedía su lugar pero no hubo respuesta por su parte. Me senté en la butaca blanca de piel que acompañaba el gran piano blanco de cola que había heredado mi padre de su padre. Todos hablaban y se reían animadamente. Adolfo y Alexxa parecían muy felices y hablaban con una confianza muy segura. Creo que desde que había llegado de sus vacaciones no la había visto tan brillante, tan llena de luz.
Mi madre invito a almorzar a los Luvices con la excusa de "ahora que seremos familias deberíamos compartir más seguido". La sra. Miranda acompaño a mi madre y juntas preparaban "el almuerzo". Mi padre invito al Sr. Luvices a su oficina para hablar de política, de negocios y por supuesto de nosotros como "futura familia". De pronto solo nos quedamos los tres. Un silencio incomodo. Me daba la sensación de que yo era la que estaba de más allí, junto a ellos. Me di la vuelta y para callar al silencio comencé a tocar una canción que yo misma había compuesto y mi padre había dicho que sería muy famosa si me atrevía a tocarla al mundo. Solo los libros, las letras y la música, me hacían sentir segura. Con ellos olvidaba mis nervios y me transportaba a donde quisiera. Pensé que tocar el piano sería una buena idea para romper aquel silencio incomodo que nos arropaba. Quizás se acercarían a mi y cantaríamos viejos canciones solo escucharían interesados... Al parecer ellos tenían otros planes. Hablaban muy cercas el uno con el otro. En ocasiones sonreían, y en otros momentos se miraban silenciosamente como si quisieran decir todo con sus besos. Todo esto lo podía observar cada vez que miraba sobre mi hombro. 


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lunes, 12 de marzo de 2012

Hola, me llamo Adolfo Luvices

- No importo ni una lagrima derramada, no importo ninguna palabra, ninguna suplica. Ya se había seleccionado la fecha del compromiso formal y peor aún, la fecha para la boda. ¡Mi boda! Nuestro compromiso formal seria dentro de una semana. Pero lo peor no es eso. Mi boda será el 25 de abril. En cuatro meses. ¿Por qué tan rápido? ¿Por qué yo? ¿A caso no les importaba mis sentimientos? Es cierto que desde que lo vi no había dejado  de pensar en él, pero eso no tiene nada que ver con querer casarme. Ahora, a todo esto, como si fuera poco, mi hermana no me dirige la palabra. Se la pasa llorando en su habitación y yo sin saber porque. Mi padre esta que echa fuego cada vez que me ve. No soporta que lo hagan quedar en ridículo y según él lo humille delante de todos con mi actitud "infantil" ¡Solo por haber rechazado la propuesta de matrimonio de uno de los hijos de las familias más influyente en el país!

-Hija ¿con quién hablas?- Escuche a mi madre preguntar desde el otro lado de la puerta.
-¡Con nadie!- Dije con un tono ácido.
- Es que creí escucharte hablar...
-Mamá ¡ya basta! - La interrumpí secamente. No tenía deseo de dar explicaciones. Había pasado todo el día en mi habitación pensando en voz alta y lo menos que deseaba en ese momento era ver a alguien.
- No importa cuanto te guste o no, la decisión ya fue tomada. Tu padre es un hombre de palabras y no te permitiré que lo hagas quedar mal... Ahora, arréglate que la sra. Luvice vendrá a tomar el té con nosotros para hablar de los preparativos de la fiesta de compromiso. ¡Y más vale que te comportes! 

Parecía tan incomoda dentro de aquel elegante traje. Ya no sentía la parte inferior de mis labios, lo había mordido con todas mis fuerzas durante la "gran cena de compromiso". Toda la noche, el tiempo que duro permanecí sentada en la gran mesa cubierta por un mantel amarillo claro adornado por recipientes de cristales llenos de agua rodeando pequeñas velas flotantes. A mi lado estaba él. Tan hermoso, tan perfecto tan...

-Creo que aún no me he presentado debidamente- Decía él acercándose a mi oído hablando bastante alto, un poco intentando luchar con la música que en esos momentos salía de la pista de baile. 

Su acercamiento me tomo por sorpresa. Estaba tan hundida en mis pensamientos que di un pequeño salto cuando sentí su cálido aliento cerca de mi cuerpo. 

-Adolfo Luvices, futuro esposo de la señorita Camellia Isabelle Gandalf.- Sonrió dulcemente haciendo que mi corazón latiera con más fuerza. 
-Mucho gusto- Conteste con un tono de voz bajo, delicado, tímido.

Esas fueron las únicas palabras que cruzamos. Todo era tan raro. ¿Como era posible que me fuera a casar con un hombre al que no conocía? Al parecer el conocía todo de mi...

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viernes, 2 de marzo de 2012

Que nadie te obligue a querer lo que no se quiere.

No me sorprendió cuando mi padre nos informo que celebraríamos Noche Buena en casa de los Louvices. Mi corazón saltaba de alegría, aunque en ocasiones confundía la alegría por nerviosismo y viceversa. Eso ocurría con mucha frecuencia, estos últimos días. No dejaba de soñar con ese encuentro. Con ese chico, el que me robo mis pensamientos cuando lo vi desde mi ventana. A veces mis sueños tenían sabores agradables, pero en otros pequeños momentos se convertían en sueños con sabor amargo que me arrojaban sentimientos de culpabilidad que invadían mi respiración. 

Aún no había visto mi imagen en aquel gran espejo redondo con bordes dorados cubierto de perlas de agua dulce que heredo mi madre de su abuela. Ella decía que en celebraciones especiales, antes de salir, debíamos mirar nuestros reflejos en ese gran espejo. De esta forma, nunca, nadie podría herir lo que eramos y presentábamos. Lo que sintiéramos al vernos importaba mucho más de lo que podíamos escuchar opinar los demás sobre nosotros.

Estaba emocionada. Cuando pude ver a mi hermana a través del reflejo del espejo, me quede sin aliento. Estaba tan... hermosa. No es que ella no lo fuera, es que solo... se veía más hermosa que nunca. Una dama perfecta. Aquel traje de seda ajustado a su cintura, color azul como el cielo, hacía juego con su cabello rubio besado por el sol, ondulado a nivel de su cintura. Llevaba un broche de perlas que recogía un poco su cabello para que no cayera sobre sus ojos. Su piel lucia tan suave, tan rosada, como la piel de un bebe. Había perdido 7 libras desde que llego, pero aún así, se veía perfecta... Mi madre era toda una dama de honor. Todas las señoras de su edad las envidiaba por lucir tan joven, tan llena de vida y ese día no era la excepción. Mi padre era toda un galón. Podía andar en trapos y aún así levantaba miradas en mujeres y jóvenes... Llego mi turno para mirarme en el espejo. Estaba nerviosa. Luego de ver a mi hermana dudaba que me gustaría lo que vería en el espejo.

La Sra. Louvices cocinaba muy rico. Debo reconocer que nunca había visto una cena de Noche Buena que luciera y supiera tan bien. La reunión parecía tener al Sr. Louvices y a mi padre muy entretenidos. La Sra Louvices, mi madre y Alexxa parecían estar en otro lugar. Permanecían calladas, distantes, con ojos lloros escuchando las grandes "hazañas"del Sr Louvices y el Sr. Gandalf. Por otro lado Él escuchaba con atención al Padre Benito que fue invitado a esta "gran cena". Yo, en cambio, no podía dejar de entrelazar mis dedos y mover el pulgar hacía al frente y hacía atrás como creando pequeños círculos.

Tink- Tink- Tink

El choque del tenedor en la copa del Sr. Louvices me trajo de vuelta a la realidad. Tomo de la mano a su esposa la Sra. Miranda de Louvices y con un gesto amable nos invito a ponernos todos de pies. Llama a su hijo y este se ubica a su lado, quedando frente a mi y a mis padres. Con la copa en alto comienza un largo discurso. Sinceramente, no preste atención a nada de lo que decían. Estaba muy ocupada pensando en mi nerviosismo y buscando un punto fijo por toda la casa para no verlo. 

-Cariño ¿estas bien?- Pregunto mi padre. - ¿Estas soñando despierta otra vez?- Me dijo en voz baja, pegándose a mi oído. Tomo mi mano fuerte de pronto todos estaban formando un circulo. Yo estaba en medio y mi corazón latía con tanta fuerza que pensaba que ellos lo podrían escuchar. 

-Estamos reunidos hoy 24 de diciembre celebrando Noche Buena. Nosotros la familia Louvices, estamos muy agradecidos con la familia Gandalf. Es por esto y por el gran afecto que tenemos hacía ustedes que hoy mi hijo tiene unas palabras que decir.

¿De que se trataba todo esto? ¿Por qué mi padre pide que me quede en medio de todos y se retira de mi lado? El Sr. Louvices y mi padre parecen muy emocionados pero en cambio Él... su rostro refleja tristeza. Mi madre tiene sus ojos cristalizados y toma de la mano fuerte a mi hermana, que cada vez más, parece distante, ausente. Su piel palidece con los segundos. ¿De que trata todo esto? ¿Qué tiene que ver conmigo? ¡Oh Dios! ¿Él se abra dado cuenta que lo observaba desde mi ventana? ¿Será de eso que  quiere hablar? ¡Ahhhhh! Que torpe soy. No debí observar. Pero si mi madre y hermana saben de esto, no se los perdonare por hacerme quedar en ridículo...


- Señorita Camellia Isabelle Gandalf, hoy delante de sus padres el Sr. Facundo Gandalf, y la Sra. Isadora de Gandalf, de su hermana, Padre Benito y mis padres - Carraspea su garganta. La voz le tiembla. Con un delicado gesto me toma de las manos y se arrodilla. No puedo respirar. ¿Qué es todo? ¿Por qué mi padre tiene esa gran sonrisa dibujada en su rostro y mi madre aprieta con más fuerzas de la mano de mi hermana? No siento mis piernas, mi pulso se acelera, mi respiración se entre-corta. Siento mis manos sudar descontroladamente... Otra vez se carraspea su garganta y mirando a mis ojos, utilizando un tono pausado, con una voz dulce- Señorita Camellia Isabelle Gandalf hoy delante de nuestros familiares... ¿Acepta usted ser mi esposa? ¿Acepta usted convertirse en la Sra Camellia Isabelle de Louvices Gandalf? 

-¿Qué?- Grite con sequedad. Es cierto que ese chico había robado todos mis pensamientos desde le primer momento que lo vi, pero de ahí a querer casarme con un total extraño ¡jamas!

Trate de organizar todos mis pensamientos rápidamente. Pero ya no sentía nervios. Ahora una gran rabia invadía mi cuerpo. ¿Por quien me tomaban? No soy esa clase de chicas que se pone a los pies de cualquier hombre que con palabras bonitas proponen matrimonio. Y mi padre, mi madre y hermana ¿en que estaban pensando? Seguramente ellos sabían todos. ¡No aceptare! ¡No aceptare!

-¡NO ACEPTO!- Dije fuertemente apretando mis dientes, más de lo debido, porque termine con un asqueroso sabor a cobre producido por la sangre de mi ansia lastimada. 

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