domingo, 7 de octubre de 2012

Silencios

Tanto amor. Tanto aire para respirar. Tanto espacio. Tantas caricias. Tantas palabras vacías. Días tras días y todo era mentira. Tu sonrisa, tu mirada, tu respiración acelerada rozando mi cuello, tu cuerpo sobre el mio.  ¡Mentiras! Todo ahora me sabe a mentiras.

Subí al cielo, hice piruetas, me acosté sobre suaves nubes, jugué con estrellas pero tu amor, fuertes rayos del sol, calentó mi corazón, me agrieto el pecho y comencé a caer, lento, muy lento. Mi cuerpo se sentía ligero como el peso de una pluma. Pero aún así, caía lento. Pero cuando me di cuenta ya caminaba sobre el fuego. Entonces con ojos cerrados, corrí, me caí y entendí que todo fue mentira. Nuestro amor es una mentira. ¡Mentiras y más mentiras!

Y el pensamiento se arruga al recordar tus palabras lisas. Siempre tan precisas, siempre... tan vacías.

Y deje de ser yo para ser tu dama perfecta. Esa que se desvivía. La que construyó castillos de brillos, solo para ti. Y como niño encaprichado, de una patada, destruyes todo eso que mi amor hizo para ti. Y con la ligereza del viento, posas tus manos sobre mi cuerpo y como quien pide un deseo, tus golpes son cada vez más intensos.

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