viernes, 23 de agosto de 2013

Julieta sinónimo de felicidad (IV)

“Julieta la que es de la tierra, del cielo.
La que es universo, respira palabras
 y besa en poesías”

Julieta lleva dos años sin ver ni hablar con su luna ni estrella. A veces se siente triste, extraña, pero intenta olvidar. Sigue con su perro, continúan aprendiendo juntos. Compro un apartamento lejos de su familia, quienes no soportan sus cambios de humor. Los que no entienden que Julieta no nació para ser igual a los demás. Pues sí. Julieta pasa buenos ratos con su perro en el apartamento. Cocinan, bailan, leen, toman vino y son felices.

Julieta anda en busca de cosas nuevas. Y no precisamente esas que son materiales y mucho menos esas que se planifican. Quiere nuevas experiencias pero esas que te da la vida, sin esforzar el momento. Esas que son genuinas.

Un ejemplo de eso ocurrió hace una semana, cuando Julieta iba en busca de un restaurante que la comida sabía como “echo en casa”. Andaba sola en su Volkswagen Beetle color amarillo, ventanas abajo, cabello alborotado, mucho hambre y sus pensamientos quien sabe en qué platillo. Según su despiste, se equivoco de camino y entro en uno solitario. Mientras más guiaba, más oscuro se hacía el camino, uno rodeado de árboles. Comenzó a sentir la necesidad de pararse en medio del camino y gritar. Gritar todo eso que hace mucho guardaba dentro de si y que sentía que le oprimía el pecho.

Continuaba su camino, miraba por el retrovisor. Se decidió parar, nadie la seguía, con eso no molestaría. Abrió la puerta de su auto, salió con determinación. Se paro justo en medio de la carretera y como guiada por algo mágico, comenzó a bailar. Su cuerpo en ese momento solo quería bailar. Paso de un estado de ánimo al otro. Bailaba y mientras lo hacia su cabello se alborotaba más. Subió aún más el volumen de su radio y giraba, bailaba, reía. Busco su cámara se grabo siendo feliz. Quería compartir luego ese momento con su perro.


Varios autos transitaron por el lugar, pero para ellos Julieta era una “chica loca”, así que no prestaron atención. No fue hasta que un Jeep Wrangler color negro conducido por una señora que aparentaba haber vivido mucho, estaciono su auto junto al de Julieta. La señora de cabellos de algodón, sonrisa grande se acerco a Julieta y pregunto si la podía acompañar. El cielo fue testigo de ese hermoso momento. Gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ellas. Sentían felicidad. Lo podían sentir en sus corazones. Por primera vez Julieta podía decir que sabía lo que significaba ¡LIBERTAD! – YFG 2013




















                                                                    Foto tomada de la red. 

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