Se preguntaba si todos deciden
esconderse de ella o simplemente no se esconden sino que se alejan. Mientras
disfrutaba de su soledad, porque ya es un habito estar sola el [cual amaba]
pensaba en esas palabras que nunca nadie dice, pero es, como si siempre las
repitieran.
– “¿Qué hay de malo en ser como soy?
Disfruto la compañía de los libros, de las páginas, de la pluma, de la tinta,
de mí. Disfruto escuchar el cántico del viento. Disfruto la luz, la oscuridad,
lo tenue, el frío, calor […] Y cuando estoy ahí, me siento yo. Sin complejos,
con ganas, con fuerzas, sin miedos, sin tristezas. Sonrió pero con honestidad,
no forzando una sonrisa amable en susurro. Cuando abrazo siento que de mi se
desprende energía y eso me hace sentir muy bien.”
- “¿Pero es malo pedir que alguna vez
te abracen cálidamente y te sonrían honestamente? No me esfuerzo para
retenerlos pero aunque quisiera no lo lograría. Todos llegan a mí buscando
palabras de aliento y trato de ser objetiva, pero solo de mi boca salen palabras
sinceras […]”
Y escuchándose, entendió que es justamente
eso, lo que la hace ser distinta. Tener sinceridad como cualidad no abre
muchas puertas (no en su caso). ¿Pero debía cambiar?
– “No lo creo.”-
Interesante exposición de una auto reflexión.
ResponderEliminar