viernes, 25 de noviembre de 2011

Una historia REAL

Blanca era una niña muy alegre. No era materialista pero siempre para todos lados llevaba sus zapatos violetas. No importaba el lugar ella siempre en su mochila cargaba con ellos. Su familia le pedía que los cambiara pero ella se negaba.

- ¿Que tienen de especial esos zapatos violetas?
- Nada -  Contestaba ella con esa sonrisa picara que la caracterizaba.

En realidad sí eran especiales. Llevaban con ella 4 largos años y nunca la habían lastimado. Si Blanca iba de compras se los "enganchaba". Si iba al cine, a la feria, playa, al colegio, los zapatos violetas la acompañaban.

Un día su familia le hizo una broma. Escondieron sus zapatos violetas. Pero Blanca muy astuta utilizo su olfato para llegar a ellos. Así pasaban los días entre bromas y risas, pero Blanca con sus zapatos violetas.

- Nadie entiende que los zapatos violetas son muy cómodos. 
- Blanca, te entendemos, pero ya están viejos.
- Hagamos una cosa... Prometo botarlos el mismo día que se me rompan.

Todos reían. No podían creer que Blanca sufriera tanto unos zapatos... Esa misma noche luego de la conversación Blanca dejo sus zapatos violetas donde acostumbraba, frente a la puerta de su casa.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El Gorila Encantador

El guapo, alto, fuerte Gorila se sentaba todos los días en el mismo banco de la plaza del país de las Riquezas. Frente a ese banco de madera había un puesto donde se vendía mantecados naturales. Trabajaba una Leona, la más alta y hermosa. Su cabellera resaltaba sus verdes ojos. También trabajaba una Avestruz y una Hipopótamo. La primera era muy coqueta. Sus largas pestañas disimulaban sus grandes ojos. Cuando el sol se presentaba sus plumas brillaban. No era muy alta pero era la segunda en tamaño y belleza. La Hipopótamo no era la más atractiva. Era pequeña, gorda y despeinada. Cuando caminaba se podían sentir sus fuertes pasos.

Las chicas observaban con complicidad aquel chico que sonreía coqueto a todos quienes se cruzaban en su camino. Un día muy decidido el Gorila se dirige al puesto de mantecado. La Leona como era muy creída, hace a un lado a la Hipopótamo que en ese momento comenzaba a tomar la orden del joven. Así pasaban los días. Cada vez que el Gorila se acercaba la Leona y la Avestruz se peleaban por atenderlo y no importaba si en su lucha por conquistarlo lastimaban a la Hipopótamo que con gran simplicidad se hacía a un lado. Como era de esperarse, la Leona siempre ganaba la ofensiva y coqueteaba con el Gorila mientras lo atendía.

Un día las tres chicas estaban sentadas mirando a quienes pasaban por el lugar. Era un miércoles, llovía y nadie quería comer mantecado. Sin embargo el Gorila estaba allí. Sentado en el mismo banco de madera. La Avestruz propuso hacer una apuesta. Consistía en ir donde el Gorila e invitarlo a un mantecado. Quien ganara la aceptación tendría el placer de atenderlo durante un mes sin luchas entre ellas. La Leona muy convencida de que ganaría acepta el reto.

La Avestruz es la primera en dirigirse al Gorila. Esta fue rechazada. La Leona se le infla el pecho. Se arregla su larga cabellera. Se mira por los vitrales y sonríe. Con pasos fuertes, seguros y muy coquetos se dirige al Gorila. Realiza su propuesta y esta es rechazada. Con la misma fuerza, seguridad regresa pero esta vez no luce coqueta y estaba roja de coraje. No podía creer que su belleza fuera rechazada por aquel joven guapo, alto, Gorila. Solo quedaba la Hipopótamo. Mientras se dirigía hacía le banco con pasos inseguros y temblorosos, las chicas en el puesto se burlaban y reían al decir que el Gorila nunca aceptaría su invitación. No lograron escuchar lo que el Gorila le decía pero estaban muy seguras que la estaba rechazando como a todas las demás. La Hipopótamo regresa cabizbaja y sus pasos eran más inseguros que nunca.

Llega a hora de salida, todas las chicas salen con sus paraguas. Cada una se dispersa por caminos diferentes. Pero solo una de ellas se dirige al banco. Allí estaba él. Con una "Lirios Cala" en su mano y en la otra dos café. Se sentaron a conversar sin importar que la lluvia salpicaba en sus pies.

-¿Porqué aceptaste mi invitación? - Pregunta ella un poco tímida.
- Porque eres hermosa. Diferente. Eres la más hermosa joven que me a hablado.
Sus ojos se llenan de lágrimas porque pensaba que se burlaba de ella.
-¿Porqué lloras?
-Porque te burlas de mi.
-No lo hago. Te digo la verdad. Nunca vería hermosa a ninguna joven que se burla de mi.

Muy confundida le dice que no entiende sus palabras. Dulcemente el Gorila le explica que él era aquel joven obeso de cabellera larga que visitaba el puesto de mantecado todos los días y de quien sus compañeras se burlaban. Nunca recibió una sonrisa amable por parte de las chicas. Solo fueron ofensas. Ella era la única que nunca lo ofendió. Siempre le brindaba una sonrisa y le deseaba un bonito día. Fue por ella que decidió cuidar su figura. Quería conquistarla.

La Hipopótamo no podía controlar sus lágrimas. Nunca se imagino que alguien pudiera quererla como él...

Así pasaron los días. Encontrándose en el mismo banco al salir del puesto de mantecado. Su amor crecía al igual que la envidia de sus compañeras. La Hipopótamo aprendió aceptarse, quererse y confiar en ella. La Leona y la Avestruz nunca aprendieron el verdadero valor de las personas y mucho menos entendieron que el físico es algo superficial. Que lo verdadero son los sentimientos.