domingo, 11 de septiembre de 2011

Cuento La Historia de mi hijo Gabriel.


Quiero compartir con ustedes una historia que escribí hace 3 años sobre un niño autista.


Cuando yo tenía 23 de años me case con Carlos, al poco tiempo quede embarazada. Como es normal, yo vivía emocionada con la idea de que sería madre de un hermoso varón. Durante el embarazo no sufrí de ningún desequilibrio. Siempre mi bebe y yo estábamos saludables. Carlos vivía contento y todas las tardes cuando llegaba de trabajar se acostaba en mis faldas y le cantaba a nuestro hijo. Para ambos era una bendición tener a nuestro hijo de camino. Esperábamos con ansias que llegara el 18 de septiembre para tenerlo con nosotros.

Por fin llego ese día. Todos en nuestra familia estaban en el hospital con la esperanza de poder ver al pequeño Gabriel. Fue un niño hermoso, todavía lo es. Durante sus primeros meses el niño estaba de mano en mano, pues todas las personas quedaban encantadas con el. Todos disfrutaban su presencia, pues el niño casi nunca lloraba. Yo diría que la mayoría del tiempo estaba tranquilo sentado en cualquier lado de la casa. Al pasar el tiempo, Gabriel ya tenía un año y medio. No sentía curiosidad por relacionarse con los demás niños y adultos. No decía palabras completas como mamá, papá, leche.

 Fue entonces cuando Gabriel tenía dos años de edad. Nos encontrábamos en una actividad familiar cuando me encontré con Migdalia. Ella durante muchos años fue Trabajadora Social escolar. Durante toda la actividad Migdalia estuvo observando a mi hijo. Días después ella seguía visitándome. Cosa que encontré muy raro, pues nunca fuimos muy apegadas. Un día comienza a preguntarme como había sido el proceso de crecimiento de Gabriel durantes sus primeros dos años. Le comente acerca de mi preocupación de que mi niño no dijera ni una sola palabra completa a esa edad. Pero también me adelante a decirle, que tal vez era normal.
- Quizás Gabriel aprenderá más tarde.
            Migdalia muy indignada me toma de las manos y me dice
- Damaris, no es normal que tu niño no diga ni una sola palabra. He estado observando a Gabriel y me parece que su comunicación verbal y no verbal no es común para un niño de 2 años. A parte su manera de relacionarse con los demás.
- Migdalia te pido que dejes de evaluar a mi Gabriel. El es completamente normal. No tiene ningún problema. A demás es muy inteligente. No porque no sepa decir oraciones ni frases completas, no porque no se relacione con los demás significa que tiene problemas. Carlos y yo le damos todo el amor que se merece.
- No dudo que así sea. Tu hijo no le tiene que faltar amor para tener alguna condición. Te recomiendo que analices lo que te estoy diciendo y luego tomes una decisión. Espero no sea muy tarde, para que el desarrollo emocional y cognoscitivo no se vean afectados.
- Según tu ¿Qué problema tiene mi hijo?
- Gabriel cumple con muchas características de un niño con autismo. A sus 2 años de edad, no dice palabras, frases, la mayoría del tiempo se retira del lugar donde hay más personas. No juega con sus primos de su edad. Muchas veces le hablamos pero el te cambia la mirada o sigue realizando otras actividades. ¿No te has fijado que cuando lo llamamos por su nombre no responde o aparente ser sordo?
- Migdalia te agradezco tus buenas intenciones pero entiendo que estas exagerando.

 Estas fueron mis palabras frente a la preocupación de Migdalia referente a mi hijo. Pasó el tiempo y ya acercándose a cumplir 4 años de edad, me decidí a consultar con un especialista. Al principio se me hizo bien difícil de tomar esta decisión. Pensaba en que Carlos ni yo habíamos fallado en la crianza de Gabriel. No podía ser cierto que eso le estuviera sucediendo a mi príncipe. Resulto que todo lo que me había hablado Migdalia era cierto. Luego de los estudios y de varias repeticiones de los mismos, a petición de Carlos y yo, nuestro hijo cumplía con todas las cualidades de un niño con autismo. Cabe señalar que para Carlos y yo fue muy difícil aceptarlo. Día y noche nos pasábamos buscando respuestas nuestras preguntas. ¿Por qué? ¿Por qué a Gabriel? ¿Qué será de el? ¿Nadie lo querrá? ¿Los demás niños lo aceptarán? Pasábamos atormentándonos con todas las preguntas y sus posibles respuestas.

Pasaron los años y Gabriel tenía la edad para entrar a Kindergarten. Busque ayuda con la Trabajadora Social de la escuela donde pensaba llevarlo a estudiar. Ella muy amablemente y muy dispuesta me oriento acerca de los criterios de elegibilidad para anotar a Gabriel en el programa de Educación Especial.
- ¿Usted me podría orientar acerca de las leyes que protegen y protegerían a Gabriel si es elegible para el programa de Educación Especial?
- Por supuesto. Para comenzar su hijo cumple con todo los requisitos de elegibilidad para pertenecer al programa de Educación Especial. Entre las leyes que existen, y que protegen a Gabriel se encuentran
            Ley pública 105-17 “Ley de Educación de Personas con impedimentos” de 4 de junio 1997 (IDEA, por sus siglas en inglés) enmienda la ley 101-476. Establece el derecho a una educación pública, gratuita y apropiada para estudiantes con impedimentos.
- Entiendo. ¿Mi hijo no podrá desarrollarse como los demás niños?
- El autismo de su hijo es Trastorno Generalizado del Desarrollo (moderado o leve) Su niño cuando crezca podrá formar parte de los programas de Educación Vocacional. En este programa se le enseñara a Gabriel como sobrevivir solo, en cualquier momento que usted o su esposo, faltaran. Se les enseña desde como lavarse la boca, cocinar, comprar y en la mayoría de los casos como trabajar.
- ¿Existen leyes relacionadas con el programa vocacional?
- La Ley Pública 105-332 enmendada el 31 de octubre de 1998 conocida como la Ley Carl D. Perkins. Tiene el propósito de desarrollar las destrezas académicas vocacionales y técnicas de los estudiantes que participan de programas de educación vocacional y tecnológica incluyendo los estudiantes con impedimentos. También  se encuentra la Ley Pública 93-112 de 1973. “Ley de Rehabilitación Vocacional” según enmendada. Esta Ley autoriza fondos federales para que los estados provean los servicios de rehabilitación vocacional como un programa de elegibilidad.
- ¿Mi niño podría ser rechazado por los demás?
- Junto al  personal de esta escuela promovemos la igualdad para todos. No importa si necesita más o menos servicios que los demás. Usted no se preocupe. Su hijo crecerá feliz. Aparte tiene dos padres maravillosos que le dan todo su amor.

Fue así. Gabriel creció feliz, ajeno a todas las injusticias, rechazos por personas con ignorancia acerca de esta condición. Vive feliz porque nunca su padre ni yo hemos permitido que otras personas lo lastimen. Quiero contar, que estoy tranquila porque sé que si Carlos y yo faltáramos, mi hijo podrá continuar viviendo. Porque tengo esperanzas de que el gobierno no lo desamparara.

Hoy Gabriel cumple 18 años. Se encuentra en la escuela superior, en un salón vocacional. Es cierto que el salón no cuenta con nada de los equipos necesarios para la educación y desarrollo que ofrece el Departamento de Educación. Solo hay un mattress donde Gabriel se acuesta y ahí pasa todo el día. Los estudiantes que no pertenecen al programa de educación especial, visitan a diario a Gabriel en su salón de clases. Hoy cumple mi hijo hermoso. Sus compañeros le harán el mejor regalo que haya tenido. Hoy en la tarde instalaran en el salón vocacional de Gabriel, una estufa, nevera, microondas, lavadora, cama, televisor, lavamanos, para que puedan enseñarles a Gabriel como ser una persona independiente aunque tenga autismo. Todos estos materiales fueron donados gracias a la Trabajadora Social y un grupo de estudiantes de la escuela que querían que Gabriel pudiera tener una educación vocacional completa. Realizaron actividades para recaudar fondos, y así poder comprar, todo aquello que hacía falta en su salón de clases.
            Estamos todos reunidos celebrando el cumpleaños de mi angelito Gabriel. Agradeciendo a Dios por todas las fuerzas que nos ha brindado. Me siento agradecida con Migdalia, gracias a ella pudieron detectar a tiempo la condición de Gabriel. Fue difícil aceptarlo, pero hoy doy gracias por tener a un niño con autismo. Doy gracias a Dios por permitirme amarlo.



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Yesenia Isabelle – Dictaduras de un Pensamiento Libre.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Las amigas. Hay que evolucionar.

Por años, por muchos años,  vivía y me desvivía por mis amigas. No importaba la situación ahí estaba yo. Siempre compartiendo sus alegrías y tristezas. Guardando secretos y otros no tan secretos. Siempre siendo yo, sincera. Al cambiar de escuela experimente otro tipo de amistad, pero nunca olvidándome de las viejas amigas. Tenía tiempo para todas. Al llegar a la universidad el lazo de amistad se fortaleció aún más y también en el transcurso del tiempo aprendí hacer otras amistades. Amistades que en poco tiempo te dedicaban mucho más de lo que tus viejas amigas. Pero siempre en mi mente estaban mis amigas. Me desprendí de todos y todas las amistades que no traían consigo buenas energías. Pero mis amigas siempre las llevaba conmigo. De pronto todo cambia para las tres. Comenzamos nuevos cambios en la vida, para una  positivos, para otra no tan positivos y para mi momentos nefastos. Siempre dentro de mi desdicha ofrecí mi mano amiga.


Aprendí que las amistades evolucionan. Que en momentos como esos nos damos cuentas cuan madura y fuerte es la relación de amigas. Una llamada, un abrazo, un “no te preocupes”,  “cuenta conmigo”, nunca escuche de sus voces. Y llore, llore muchísimo. A diario me preguntaba que hacía mal. Mi personalidad no la puedo cambiar, porque me gusta. Me gusta ser sincera, no quedarme con los sentimientos dentro. Soy demasiado analítica. Razón por la cual sufro mucho. Siempre me sentí como la mamá de los pollitos. Pero si era eso lo que no les gustaba, ¿para qué entonces es la comunicación?

Llevo 9 meses sin verlas, 7 meses sin hablar con ellas, 5 meses respirando paz. Al fin entendí, que era yo quien mantenía viva la amistad. Siempre era yo quien buscaba, quien llamaba. Son 5 meses en los que a diario doy gracias a Dios por permitirme romper las cadenas, que de cierto modo a todas nos hacían daños. Aprendí por una persona muy sabía a quien admiro muchísimo que en la vida hay momentos en los que tenemos que dejar ir. Nos dolerá pero será mucho más beneficioso. Ahora… si me preguntan si deseo unir lazos nuevamente con ellas diría con toda honestidad que no. Ya nuestro tiempo pasó. Siempre me alegrare por todas sus bendiciones, triunfos y metas.

Quizás todo esto se deba a que tenía grandes expectativas de los que era ser amigas. Quizás no era lo suficiente divertida. Quizás era una aburrida que prefería quedarse en casa a leer, ver películas o hacer una comida a que estar de fiesta, en chinchorros, trago o cerveza en mano. Quizás era porque siempre veía el lado bueno y el no tan bueno. Quizás fue porque nunca estuve de acuerdo con ese afán de estar con un hombre que solo trae sufrimiento. Quizás fue porque sabía lo que estaba bien o mal y nunca actuaba en contra de mi moral. Quizás porque no me gustaba andar con personas nebulosas. Quizás dentro de mis indecisiones era la única que sabe que quiere para su vida.

Nunca nadie podrá ocupar el espacio de otra persona. Pero agradezco a Dios y a la vida porque encontré una verdadera amiga. Una amiga que en la distancia se preocupa por mí. Una amiga que no pierde detalles de lo que ocurre a mí alrededor. Una amiga que me dice lo que piensa sin miedo a que me enfade. Una amiga que confía en mí y me pide consejos. Una amiga que los escucha y los acepta. Una amiga que celebra conmigo mis alegrías y a pesar de la gran distancia física que nos separa, puedo sentir su hombro cuando me lo ofrece para llorar. Una amiga que ha aceptado mis defectos y no los reprocha. Una amiga que puedo seguir siendo quien soy. Hablar, reír, llorar. Una amiga que me inspira a dar lo mejor de mí. Que aunque no conoce como ha sido toda mi vida, admira mis hazañas, confía en mis talentos y me felicita por ellos. Una amiga que es capaz de entrar a mi blog, leerme, y señalarme lo que cree que esta bien o mal. Esa amiga no necesita ocupar el espacio de ninguna otra, porque se ha ganado el espacio más grande que puede tener una amiga en el corazón de una persona. Y es tan fuerte nuestra amistad, que me estoy esforzando para reunir el dinero necesario para encontrarme con ella. No importa si ese encuentro se tarda 3, 6, 9, 12, 15 años. Sé que en su momento nos encontraremos y podremos darnos ese abrazo que siempre nos enviamos cuando hablamos o nos vemos por cámara. En nuestra amistad no hace falta una llamada telefónica, y tampoco esperamos que una o la otra escriba primero. Es una amistad genuina.